El presente artículo recoge las principales reflexiones de un diálogo al que fui invitado y se promovió durante el inicio de la cuarentena por cuenta de la pandemia del Covid 19 una vez comienza su propagación en la región de América Latina durante el mes de marzo del 2020. Considero importante precisar el momento en que se dio el diálogo dado que para esa fecha, en abril, no se tenía certeza sobre la prolongación continua de la cuarentena ni las restricciones que tuvieron lugar durante los meses siguientes (durante todo el primer semestre e inicios del segundo del 2020), por tal razón la referencia más próxima que se tenía en América Latina provenía de lo que estaba ocurriendo en España e Italia y permitía avizorar lo que ocurriría más adelante en la región pero con un mayor impacto.
Una vez la pandemia llega al continente americano se concentra en el norte, especialmente en los Estados Unidos y México. En la subregión sur, en orden descendente, Brasil, Colombia, Perú, Chile, Argentina y Ecuador, concentran los principales focos de crecimiento y propagación.
En este contexto, teniendo la posibilidad de seguir el comportamiento de la Pandemia, las reflexiones contenidas en este artículo recogen las realidades de dos periodos de tiempo y distintas regiones del mundo, durante el inicio de la propagación en el continente americano y pico de la pandemia en China en el mes de marzo y durante el mes de julio. Lo anterior ha permitido una retroalimentación de opiniones y visiones con el fin de un análisis más consistente sobre los nuevos paradigmas que se configuran en torno a la noción de hábitat, sostenibilidad y resiliencia en épocas de pandemia.
Enfoques y discusiones sobre ordenamiento urbano en épocas de pandemia
Últimamente, por cuenta de la pandemia del Covid-19, se ha discutido de manera muy álgida sobre las oportunidades de un cambio verdaderamente significativo en la producción del hábitat, más aún, se ha cuestionado sobre la pertinencia del modelo económico actual soportado sobre una lógica de consumo ascendente basado en la sobreexplotación de recursos naturales. En consecuencia, el crecimiento económico ha configurado una ecuación con saldo negativo para el equilibrio ecosistémico necesario para garantizar las condiciones optimas de vida en ciudades, asentamientos y aglomeraciones urbanas creando una especie de oxímoron donde los conceptos de sostenibilidad y desarrollo pueden ser vistos como contradictorios o incompatibles. El desarrollo en este caso se encuentra vinculado a la condición de interdependencia regional por cuenta de la globalización y el libre mercado y ha derivado en una explosión demográfica sin precedente que concentra la producción de bienes y servicios en aglomeraciones urbanas de crecimiento exponencial localizadas en su mayoría en países superpoblados como India y China, epicentro de la Pandemia. Al respecto vale la pena precisar que dos de las pandemias anteriores también estuvieron localizadas en China donde además prevalecen con más intensidad las epidemias virales de la familia de la influenza como la H1N1 y H3N2 cuyas cepas han sido el resultado de interacciones con especies animales, domésticos, silvestres y salvajes que conviven en el umbral de proximidad con lo urbano
Urbanismo y Pandemia: La crisis como oportunidad
La historia reciente del urbanismo, nos cuenta cómo las epidemias y el riesgo a contraer enfermedades han determinado los cambios más trascendentales que ha tenido la ciudad, especialmente su infraestructura urbana y la arquitectura. En el siglo XIX en Asia ,Europa y América la epidemia del cólera se propagaba cobrando el mayor número de muertes por cuenta de una sola enfermedad, pudiendo contabilizarse los diez millones durante todo el siglo (Pollitzer, R, 1959); por esta razón puede ser considerada la primera pandemia moderna en una escala global asociada a las innovaciones que para esa época producía la revolución industrial y que trajeron consigo las primeras ciudades superpobladas.
Este primer fenómeno de concentración urbana acrecentó las precarias condiciones higiénicas de aquellos tiempos que sin ser las del siglo XVII si dejaban mucho que desear, especialmente en las ciudades industriales donde las malas condiciones de vida de los obreros por cuenta del hacinamiento y la contaminación de fuentes hídricas ayudaron a la expansión de la bacteria. De hecho los focos o estancamientos de agua residual fueron la principal fuente de contagio, seguido por la transmisión entre personas. Al respecto, sobre esta relación evolutiva entre ciudad y salud Sennet (2019) en su libro Construir y Habitar argumenta de manera muy clara que “los problemas de salud pública fueron los que hicieron repensar la ciudad, porque las enfermedades afligían tanto a los ricos como a los pobres”
Esta relación, en el campo de la planeación, la infraestructura y el diseño urbano, se vio reflejada en la construcción de los primeros sistemas y redes de alcantarillado, como el de la ciudad de Londres el cual se inició en la segunda mitad del siglo XIX, hacia 1859, siguiendo los innovadores diseños del Ingeniero Joseph Bazalgette, quien para esa época victoriana era el jefe del Metropolitan Board of Works, oficina encargada de las Obras Publicas de la ciudad. El nuevo sistema de alcantarillado logró reducir casi en su totalidad la propagación de la pandemia. Mientras tanto, por ese mismo periodo en Paris y Barcelona se producían otras grandes transformaciones, pues existía la creencia que las enfermedades se transmitían por la vía del aire toxico, como lo señala Christos Lynteris, coautor de «La Peste y la ciudad». Aunque esa teoría fue refutada en décadas siguientes, la imprecisión sirvió para acercar por primera vez la ciudad industrial a un nuevo modelo de urbanismo pensado en la salud y la vida. En Barcelona, esta situación llevó a tumbar las murallas de la ciudad por el año 1844 para darle paso al viento pues el hacinamiento empeoraba la implacable falta de higiene y las epidemias como el cólera eran catastróficas. Es así que por encargo el ingeniero Idelfonso Cerdá desarrolla el planteamiento de un nuevo urbanismo que facilitara la circulación de aire y luz solar ampliando las calles; su visión técnica e higienista sobre la ciudad le permitieron inclusive calcular la cantidad de aire que una persona necesita para respirar adecuadamente además de la orientación, altura de edificaciones y ancho de las calles de acuerdo a la dirección de los rayos del sol.
Perspectivas de una “nueva” normalidad
Como ha quedado en evidencia, la pandemia dejará marcas en los procesos de planeación y diseño urbano como resultado de la necesidad por enfoques que privilegien la salud pública sobre otras demandas. En este sentido, se espera que una “nueva” normalidad este basada sobre principios e indicadores de calidad y bienestar más exigentes que giren en torno a la higiene y el saneamiento como vectores de una nueva ciudad. En una escala más reducida, aparece la vivienda como célula constitutiva de toda aglomeración o asentamiento humano; por esta razón y no menos importante que el espacio público la vivienda debe verse como el detonante de los cambios deseados y necesarios para lograr hábitats sostenibles y resilientes. La materialidad, el confort bioclimático y las tecnologías locales jugarán un papel importante a la hora de repensar y proponer una nueva vivienda acorde con la salud y la vida; de esta manera, los gobiernos locales en sus agendas públicas tendrán una gran responsabilidad en la reglamentación de nuevos estándares para la producción de vivienda donde aspectos como la ventilación, la luz natural, las áreas mínimas y características de diseño como las terrazas o balcones se conviertan en los nuevos elementos que definan el confort en la vivienda y reduzcan los riesgos de una futura y posible propagación de una nueva pandemia.

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